23-07-2015
Las olas de calor
aumentan la mortalidad en un 25 por ciento y estas cifras se elevan hasta un 35 por ciento si hablamos de grandes ciudades tales como Barcelona, Sevilla o Madrid, donde
las altas temperaturas aumentan el riesgo de morir.
Y es que si los termómetros se mantienen por encima de los 40 grados afecta al bienestar y a la salud tanto de las personas como de los animales y en el caso de las personas, existe una
población de riesgo que todavía es más susceptible de sufrir los efectos de las altas temperaturas.
En este sentido, hablamos de ancianos que tienen condiciones físicas comprometidas y cuyo organismo no es capaz de responder al
calor extremo ni tampoco a los cambios de temperatura. Dentro de este grupo, aquéllas personas con enfermedades relacionadas con la tensión, el corazón, la respiración, las enfermedades neurológicas y renales son, si cabe, todavía, más vulnerables.
Es necesario considerar como importantes algunas señales de alarma en los ancianos como el
aumento de su temperatura corporal y la reducción de algunas actividades cotidianas, tales como moverse por la casa, vestirse, comer, ir al baño con regularidad, o lavarse.
En este sentido, si reducen sus actividades diarias puede estar relacionado con un empeoramiento de su estado de salud y por ello se recomienda acudir al médico con el objetivo de
controlar sus parámetros clínicos.
Otro grupo al que afecta especialmente el calor intenso es aquel formado por aquellas personas que sufren enfermedades crónicas, así como las que no se valen por sí mismas y por lo tanto, dependen de un tercero para consumir líquidos. Asimismo, son especialmente sensibles a las
temperaturas elevadas las personas que toman con regularidad una medicación ya que esto puede aumentar la producción de calor en su propio organismo.
Los recién nacidos y los niños pequeños también son un
grupo de riesgo ante el calor extremo ya que también dependen de terceros para tener una buena hidratación y, de no tenerla, ello puede producir consecuencias perjudiciales para su
sistema circulatorio, respiratorio y nervioso.
Por último, dentro de la población de riesgo ante una ola de calor es necesario hablar de aquéllas personas que realizan ejercicio físico con temperaturas elevadas ya que pueden deshidratarse con facilidad y podrían sufrir un
golpe de calor.
Exceso de calor
Cuando nos encontramos ante unas temperaturas excesivamente elevadas el cuerpo humano se encarga de “fabricar” una serie de “mecanismos” encaminados a tratar de disipar dicho calor y mantenerse alrededor de su temperatura habitual de cerca de 37 grados centígrados.
Esta “respuesta” a el exceso de calor recibe el nombre de termorregulación y sirve para mantener estable el cuerpo humano con el objetivo de que evitar que se produzcan daños en el organismo o fallos en el funcionamiento del mismo.
Por encima de 40 grados, el
cuerpo humano trata de “defenderse” como si fuera un termostato de cualquier hogar, y ello se ve mejorado en aquellas personas que con el calor tratan de ponerse a la sombre, refrescarse o beber abundante líquido, preferiblemente agua.
Olas de calor y muertes
El año 1975 fue el último año en el que se dio la ola de calor más larga aunque le sigue el no tan lejano año 2003 con 16 días consecutivos de calor extremo en los que como consecuencia, se produjeron 13.000
muertes en España y de ellas 3.166 correspondieron a personas mayores de 65 años, mientras que en Europa se contabilizaron alrededor de 70.000
fallecimientos.
El
aumento de defunciones en aquel verano fue de un 8 por ciento y los investigadores hablaban de un problema de salud pública “emergente” debido al
envejecimiento poblacional.
Los estudios apuntan a que desde el año 1975, España ha sufrido alrededor de 80 olas de calor y aunque la más larga registrada fue la del año 2003, el
cambio climático es el que está provocando estos cambios bruscos de temperatura en épocas que, en algunas ocasiones, son inusuales.
Consecuencias del exceso de calor
El exceso de calor y la exposición continua a altas temperaturas puede provocar daños en el organismo como la hipertermia y ello puede provocar calambres en los músculos y una sensación de agotamiento relacionada con la pérdida de líquidos a través de la sudación y la respiración.
Asimismo, debido al calor la piel de nuestro cuerpo se enrojece al tratar de disipar el calor y esta es una circunstancia que provoca una disminución del flujo de sangre en los órganos internos y puede
bajar la tensión arterial.
Por último, si existe una exposición al sol y al calor extremo, la persona puede sufrir una insolación o golpe de calor. Los síntomas son dolor de cabeza, pérdida de la conciencia, aumento de la frecuencia cardiaca, confusión,
disminución de la presión arterial, y en el caso de que la temperatura corporal aumente hasta los 42 o 43 grados centígrados, podría producirse daño cerebral incluso la muerte.
Los síntomas de un “golpe de calor” son: temperatura corporal elevada, piel roja, cliente y seca, pulso acelerado, dolor de cabeza, mareo o náuseas e incluso, pérdida de conciencia. Ante estos síntomas, es necesario acudir al médico, tratar de bajar la temperatura corporal del afectado con paños o una ducha y si la persona vomita, deberemos girarle la cabeza para evitar la obstrucción de las vías aéreas.
Además, las altas temperaturas pueden provocar un “
agotamiento por calor”, cuyos síntomas se centran en que el afectado tenga la piel fresca y húmeda, el pulso rápido y débil y la respiración acelerada y poco profunda.
Ante este caso, es necesario que la persona afectada tome líquidos que no sean bebidas alcohólicas y cualquiera de las indicaciones para tratar, con urgencia, un golpe de calor, serán efectivas para un agotamiento por calor.
Recomendaciones en días calurosos
A continuación, le damos unas recomendaciones a tener en cuenta en días calurosos para evitar las graves consecuencias que podrían provocar en el organismo las olas de calor.
En primer lugar, es necesario
beber abundante agua y líquidos, aunque es necesario tener en cuenta que no se recomiendan bebidas alcohólicas o con cafeína y en cambio sí, bebidas para deportistas. En este sentido, se las bebidas isotónicas son excelentes para
aportar sales al organismo para reemplazar las pérdidas provocadas por el sudor.
Cuando las temperaturas son excesivamente elevadas, se recomienda comer en pequeñas cantidades, utilizar ropa fina, colores claros y protección solar, así como evitar esfuerzos físicos innecesarios y, si es posible, utilizar aire acondicionado.
Si se planean actividades, mejor hacerlo por la mañana o al atardecer y vigilar extremadamente a ancianos y niños para controlar su
nivel de hidratación e ingesta de líquidos.