03-08-2015
En numerosas localidades de España existe un deterioro de las instalaciones de los
cementerios municipales por dejadez de los responsables municipales a la hora de realizar las tareas de mantenimiento, que por otro lado, son obligatorias y corresponden a los Ayuntamientos de cada municipio.
La situación en la que en la actualidad se encuentran algunas zonas comunes de
los camposantos españoles, -con falta de limpieza y mantenimiento de las mismas-, ha provocado malestar en los vecinos de algunos municipios y también en aquéllas personas que acuden para visitar a sus
seres queridos fallecidos.
Algunos ejemplos de abandono de las instalaciones de los camposantos los encontramos en los Ayuntamientos de Betanzos y Boiro (A Coruña), Guadalest (Alicante) o recientemente, en Puxeiros (Vigo) donde se ha condenado a pagar una indemnización a una anciana que sufrió heridas como consecuencia del deterioro de las zonas comunes de dicho cementerio.
En el cementerio municipal de
Betanzos (A Coruña) los vecinos hicieron llegar a las autoridades municipales su malestar por el abandono que sufrían las instalaciones de la
necrópolis. Una situación que provocó que incluso que se dejase de prestar un servicio de conserjería que había existido durante año, y que llevó al BNG de este municipio a hacerse eco de la protesta vecinal.
En el cementerio municipal de la localidad coruñesa de Boiro, por ejemplo, los vecinos protestaron en 2011 por la falta de
mantenimiento de sus instalaciones, tanto en la zona de aparcamiento como en el propio camposanto, donde denunciaban que la presencia de gravilla dificultaba el acceso a personas en sillas de ruedas.
Asimismo, denunciaron la falta de limpieza de las instalaciones por parte del Ayuntamiento de esta localidad, algo que, aseguraban, no correspondía a la cuota que abonaban cada año.
Otro ejemplo de falta de mantenimiento fue el cementerio de Guadalest, que incluso llegó a permanecer cerrado, según
denunció el grupo municipal del PP de esta localidad alicantina, que acusó a la alcaldesa de "dejadez, desidia y abandono" de la infraestructura mortuoria.
20 mil euros a una mujer por romper el tobillo en un cementerio
La justicia ha condenado al Ayuntamiento de Vigo a indemnizar con cerca de 20 mil euros a una mujer por romperse un tobillo en el
cementerio municipal de Puxeiros. El titular del juzgado de lo contencioso administrativo número 1 de Vigo condenó a pagar a la afectada dicha sanción porque considera que la lesión que sufrió en este lugar ha quedado probada y también se puede valorar económicamente.
Los hechos se produjeron en octubre e 2012 cuando la mujer, de 69 años de edad y vecina de Vigo, acudió al cementerio municipal de Puxeiros junto a su marido para visitar a uno de
sus familiares fallecidos.
En el momento en que se encontraba caminando por una de las aceras que se encuentran junto a los nichos, la afectada pisó una zona de arena, perdió el equilibrio y cayó al suelo.
Dicha caída provocó a la sexagenaria un esguince en el tobillo izquierdo y la fractura del peroné derecho, según acreditaron los facultativos que la atendieron de urgencia en el Hospital Xeral de Vigo, a donde acudió de inmediato.
Con tal motivo, la herida tuvo que permanecer escayolada durante un tiempo y posteriormente, precisó rehabilitación durante 332 días. Con todo, no se recuperó del todo, ya que le quedaron secuelas en ambos tobillos, así como una limitación para caminar durante largo tiempo o permanecer mucho de pie.
En la sentencia, el titular del juzgado contencioso administrativo número 1 de Vigo considera que la mujer no fue culpable de la caída, sino que ésta
se produjo por una falta de conservación y mantenimiento del cementerio municipal de Puxeiros.
En este sentido, el magistrado considera que hubo una actuación negligente por parte de la institución municipal viguesa debido al defectuoso estado de conservación del
espacio del cementerio que está destinado a los visitantes. De hecho, el juez lo considera “inseguro y peligroso” para su integridad física.
Asimismo, en el momento de la caída la sexagenaria fue atendida por una operaria del cementerio de Puxeiros, que el juez considera en su fallo como testigo de los hechos ya que aunque no presenció de forma directa la caída, sí que la atendió posteriormente y fue, por tanto, conocedora de los hechos.